¿Puede un ebanista ser alérgico a la madera? ¿Puede un panadero ser alérgico a la harina? ¿Puede un peluquero ser alérgico a las revistas del corazón?
No, no, y no.
Entonces... ¿¿¿cómo puedo ser yo alérgica a uno de los mayores placeres de la vida???? ¿Chocolate? ¡No, mejor todavía, porque encima no engorda! ¡Todo lo contrario! ¡Te hace sentir mejor!
¡El sooool!
Ohhhhhhh, querido hermano soooool, estático señor, bombilla amarilla de caloooooooooor... LO QUE ME HA PASADO NO TIENE NOMBRE. Bueno, sí lo tiene: urticaria. Estoy que no doy crédito. Anonadada. Boquiabierta. Estupefecta. Incrédula. Al borde del ataque.Pero mejor os resumo brevemente la situación:En estos momentos, estoy en una casita en primera línea de playa de un pueblecito de Valencia que mis padres han alquilado para mi mes de vacaciones ( han alquilado la casita, no el pueblo, son generosos pero no tanto) Para ir a la playa tengo que salir de casa y ya me estampo contra la arena. El paraíso de cualquier adicta al sol (¿ pero tú no eras adicta al choco? También, lo tengo en la nevera). Nota de la autora: creo que empiezo a delirar por los medicamentos, pero no adelantemos... Llevo aquí menos de una semana, pero mi felicidad ya era absoluta: chocolate en la nevera, sol en la playa. Lo demás, es accesorio. El caso es que ayer unas manchas/granitos aparecieron en mis brazos.- Será por el agua, será por las algas, será por la sal... decíamos todos. - Podrías acercarte a los socorristas y que te las vieran, decía mi madre, refiriéndose a las manchas, se entiende.
- Ni de coña, decía yo. Así que yo seguía tostándome al sol como he hecho cada verano desde que tenía un mes de vida. Cuando he vuelto hoy de la playa, los granos ya formaban una mancha roja del tamaño de Oceanía en mis brazos y empezaban a extenderse por cuello y pecho. Estaba yo lo que se dice "bonica".
Entonces, persona-con-la-que-vivo que ahora es persona-que-también-vive-en-esta-casita-playera-este-mes, se ha chivado de forma malvada y traicionera a mi padre, que estaba haciendo una barbacoa. -¡Mira cómo tiene los brazos tu hija! En cuanto mi padre ha pronunciado la expresión "coge tu tarjeta sanitaria", sabía que nada iba a librarme de conocer al médico del pueblo.
El médico, o mejor dicho, la médica del pueblo, pasa consulta en un barracón de plástico que parece el cuarto de guardar las herramientas del presentador de Bricomanía.
-¡Me da miedo que me pinchen!, decía yo. -¡No te van a pinchar, te van a dar una cremita!, decía mi padre. -¡¡¡Te vamos a pinchar y te va a doler!!!, ha dicho la médica del pueblo en cuanto me ha visto.
Vamos a ver: que no te engañe mi cuerpo de mujer. En lo referente a los médicos, ¡soy una niña pequeña y llorica! No me puedes decir esooooo...
-Prefiero que lo sepas y te vayas mentalizando, ha añadido ante mi cara de estupor.
Entonces he pasado a la enfermería, porque cuando le he preguntado a mi padre si podíamos huir ahora mismo a casa, ha ignorado mi súplica. ¿Qué pasa? ¿Que ha ganado el título de abogado pero ha perdido el corazón?
-Tú sal de tu cuerpo cuando te estén pinchando, como si no fuera contigo... ¿? Yo no sé si este hombre se ha apuntado a taichi o lo han captado en alguna secta... -¿Dónde quieres que te pinche?, ha dicho la enfermera, devolviéndome a la realidad. -En el aire. -Tienes que elegir uno de los dos sitios.
Después de meditarlo, he deducido que con "uno de los dos sitios" se refería a uno de los cachetes del culo. Yo me he tumbado boca abajo, he empezado a hiperventilar y he pensado: pínchame donde te salga de la punta del cebollino...
Al verme salir feliz y aliviada, mi padre se ha relajado pensando que lo peor había pasado, pero no sabía que aún le quedaba una dura prueba: los mareos post-pinchazos en plena calle.
Si alguien ha visto hoy a una chica tumbada en un bloque de cemento en plena calle y a pleno sol, sí, ¡era yo! No he podido recorrer los cien metros que separan la casa del "ambulatorio" sin tumbarme... Según mi padre, simplemente es mi manera de "montar el show", o "chou", que diría él porque tengo carencias afectivas de la infancia... ¡Ja!
El caso: que me han prohibido salir de casa en unos días. No puede darme nada de sol por ahora. Oigo el ruido de las olas en estos momentos y no puedo darme un chapuzón.
Pero podría ser peor... podría esto no ser un caso aislado y resultar que he desarrollado una repentina alergia al sol... pero no, eso no puede pasar... ¿¿¿verdaaaaaaaaaaaad???
Seguiremos informando...
Besos desde la playa, con la que estoy muy enfadada ahora mismo. |
Vaya. Que te mejores. A mí también me salen granitos con el sol pero no estoy tan mal de momento. Un beso.