(Tercer) Diario de una joven maniática

lunes, 26 de noviembre de 2012
109. El resto de los días procuro imaginarte, sentir que estás conmigo, tal como estabas antes, pintando de colores mi pelo por las tardes...
He perdido muchas cosas a lo largo de mi corta vida: dientes de leche, calcetines, pinzas de tender la ropa, papeles (y a veces "los papeles") pintalabios, peines, paraguas, las ganas de vivir cuando leo las noticias... pero nunca, nunca, nunca, había perdido un tren. Y llevo viajando en tren... buuuuuuuf. ¡O más!
 
¿Cómo voy a perder un tren? ¡Es imposible! ¡Pero si es tan sencillo como estar a una hora determinada en un lugar concreto! ¡Todas las personas normales son capaces de hacer eso! ¡Y no sólo las personas normales: incluso yo!
 
No le voy a echar la culpa al alcohol porque eso sería un recurso muy fácil. Pero es cierto que cuando perdí el tren, estaba con unas amigas en Albacete bebiendo crema de orujo. Y antes había bebido vino. Y antes del vino, cerveza. Y antes... no, voy a parar aquí, que mi padre lee este blog.
 
Aunque cuando una está en Albacete, rodeada de buena compañía y bebiendo crema de orujo, las cosas dan un poco igual. Eso es así. No importan las calorías de los Miguelitos, ni las carreras que recorren de arriba a abajo tus medias, ni que el tren salga dentro de veinte minutos. ¿Qué son esas paparruchas comparadas con esos momentos de máxima felicidad? ¡Así que vamos a tomarnos otro chupito que la vida son dos días!
 
 
Y de repente, ahí estábamos mi amiga y yo en el control de equipajes de la estación de Renfe:
 
-No les puedo dejar pasar, dijo una chica muy marimandona.
-¿¿POR QUÉÉÉÉ?? ¡¡¡YA SÉ QUE LLEVO MUCHO ALCOHOL ENCIMA, PERO NO ES PARA PROVOCAR UN INCENDIO, LO JURO!!!
-No van a pasar.
-¡Y vuelta la burra al trigo! Vamos a ver... quedan tres minutos para que salga el tren, no nos entretengas y déjanos pasar, perra estúpida. (Esto último sólo sonó en mi cabeza porque la última vez que insulté a alguien tenía cuatro años)
-¡Señora, que no pueden pasar!
 
¡¡¡¡¡¡¡¡AGHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!! ¿¿¿¿QUÉ DICEEEEEEEEEEEEEEEE ESTA MUJEEEEER???? ¡¡¡ME PARECE MUY BIEN QUE NO ME DEJE SUBIR AL TREN PERO A MÍ QUE NO ME LLAME SEÑORA, QUE SOY UNA CRÍA, POR DIOOOOS!!!
 
Es que hay cosas que duelen, sobre todo cuando se acerca tu cumpleaños. Vale que siguen siendo veintimuypoquitos, pero ya no tengo doce, y eso jode.
 
En ese preciso instante, había por allí una señora de verdad. Muy mona, elegante, resuelta. Digo "señora de verdad" porque yo no me considero tal y si la cabro** de Renfe me viera saltar en los charcos con mis botas de agua de mil colores o ponerle morritos a los bebés del metro o llorar cuando se me acaba el chocolate, tampoco lo pensaría.
 
 
Señora, dice la muy... y entonces, esos granitos que me salen de vez en cuando, ¿qué, eh? Eso es juventud (y una putada muchas veces).
 
En fin, volvamos a la señora de verdad. Porque la señora de verdad también perdió el mismo tren que nosotras (aunque ella no había bebido y si lo había hecho, lo disimulaba mucho mejor que nosotras) y en ese momento dijo:
-¡Pues yo necesito estar mañana a primera hora en Madrid porque tengo que coger un AVE! ¡Voy a irme en mi coche! ¡Si queréis os llevo!
 
Y allá que nos pegamos a la buena mujer cual lapas. Pero ipso facto.
 
Que vamos a ver... a mí mis padres siempre me han dicho que no acepte caramelos de desconocidos (de droga no han dicho nada, porque como somos de Valencia... pues sabemos lo que hay), que no suba en el coche de desconocidos, que coma pescado tres veces por semana, que me duche todos los días... Ajá. ¿A que no es normal? ¿¿¿Cómo no voy a aceptar yo un caramelo, venga de quien venga??? Nadie que me conozca podría pedirme eso. Bienvenidos sean todos los desconocidos, animales, plantas o cosas que vengan a mí a darme caramelos, con lo que me gustan.
 
La señora de verdad nos daba buen rollo, no había más trenes, Albacete mola pero para quedarse a vivir no sé, estábamos un poco achispadillas... vale, que nos metimos en el coche, como la canción de Mecano.
 
El viaje fue perfecto: muy cómodo, buena conversación durante todo el trayecto y negativa rotunda por su parte a pagar nosotras la gasolina o los peajes. Una señora amable y hospitalaria de los pies a la cabeza.
 
Yo le hubiera pedido que me adoptara, pero con mi madre de verdad estoy súper contenta (aunque me haga rebuscar en la basura para encontrar veinte euros, ya os contaré esta historia).
 
Cuando estábamos entrando en Madrid, la señora de verdad se empeñó en dejarnos en la puerta de casa, pero nos sabía taaaan mal, que conseguimos negociar con ella una solución intermedia, así que nos dejó en una boca de metro que nos venía bien a las dos, aunque tuvo que dar una vuelta considerable por el centro de Madrid para encontrarla.
 
Yo quería comérmela a besos, hacerle un castillo de fuegos artificiales, ponerle una calle a su nombre y un piso en La Castellana. Pero me contuve y sólo le dije que me había hecho recuperar la fe en la humanidad y que era muy difícil encontrar a alguien así de forma tan casual.
 
Ella le restó importancia a su gesto, nos contó dónde trabajaba y nos dio su tarjeta, por si queríamos visitarla algún día. Y resulta que trabaja en... ¡el Congreso! ¡Porque es diputada!
 
 
 ¡¡¡HUALAAAAAAA!!! ¡Una diputada famosa e hiper amable nos ha llevado en su coche a Madrid!
 
A veces vale la pena perder un tren...
 
P.D- Que nunca descubra que en mi anterior post hay una pequeña puyita hacia el Congreso :)
posted by LauraConChocolate @ 18:31   10 comments
¿Qué puedes hacer cuando eres una maniática crónica y tu vida da un giro de 180º? ¿Volverte loca? Bah, ya lo estaba de antes. ¿Darte cabezazos contra la pared? No, estropearía mi rubia melena. ¿¿¿Entonces??? ¡CAMBIAR TAMBIÉN DE BLOG! :)
Me he traído a las niñas :)

Name: LauraConChocolate
Home: Spain
About Me:
Ver mi perfil
Anteriores pedacitos de choco (¡sin caducar!)
Todos estos meses he comido chocolate aquí
Mis trocitos de chocolate
Powered by

Free Blogger Templates

BLOGGER