(Tercer) Diario de una joven maniática

lunes, 15 de octubre de 2012
108. Provócame una sonrisa, haz que esta cruz sea cara, hazme creer aunque mientas que esta noche no es tan rara...
Decidí cambiarme de gimnasio porque lo bueno que esté profesional que sea el monitor de Pilates no justificaba sus precios abusivos.
Ni que no hubiera máquina de chuches.
 
Pero antes de ir por primera vez al nuevo, había algo que tenía que hacer de forma urgente. Y no me refiero a depilarme las piernas, aunque eso nunca viene mal. Tenía que autoconvencerme de que no hablaría con NADIE. Ene, a, de... bueno, todos sabemos deletrear, que esto no es el Congreso :-)
 
Que vamos a ver: no es que crea que relacionarse con la gente sea malo (si tienen todas las vacunas puestas no pasa nada). Pero es que yo tengo un problema (bueno, tengo varios) que consiste en que un hombre viene a hablarme mientras estoy corriendo en la cinta, y no sé cómo ni por qué, dos meses después me pregunta si me puede dejar a sus hijos de 7 y 10 años para que él salga de marcha por la noche, ¡y digo que sí!
 
(Verídico. Y oye, no conozco un anticonceptivo más eficaz que cuidar durante 16 horas a dos niños extraños a los que no les gusta el queso de la pizza)
 
Volviendo al tema... bueno, un momento, ¿no os parece muy fuerte que a un niño no le guste el queso de la pizza? ¿Qué clase de mutación genética es esa?
 
Como decía, al nuevo gimnasio quería ir en plan autista, sin establecer contacto visual con nadie, inmersa en las canciones cañeras (bueno, todo lo cañero que pueda sonar Joaquín Sabina, Serrat, Pablo Milanés) que me pongo en el Spotify para correr en la cinta. Sí, sé lo que estáis pensando: correr al ritmo de "heeeeeeeey, sólo pienso en tiiiiiii, juntos de la mano, se les ve por el jardínnnnnnnnnn" es complicado. Lo sé, ¡pero la chispa de la vida está en estos pequeños retos!
 
El caso es que mi falso autismo no me sirvió de mucho, porque el primer día se me acercaron hombres de todas las edades y condiciones. Que sí, que esto acaba de quedar súper prepotente y mega creído, pero las cosas como son, y las chicas rubias con cara de perdidas que tienen que parar cada treinta segundos para coger aire tenemos mucho tirón en los polideportivos municipales.
 
 
Pero lo peor del nuevo gimnasio no es esto, ni que mi mejor-amiga-de-allí sea psicoanalista y pueda percibir que estoy loca antes del tiempo que tarda en percibirlo un ser humano normal, ni que el monitor de vez en cuando diga: "pues ahora vamos a hacer gimnasia con nuestro propio cuerpo". (Eso me descoloca mucho porque igual hasta entonces he estado haciendo gimnasia con el cuerpo de otro y no me he enterado).
 
No, lo peor no es nada de esto... ¡lo peor es que no me atrevo a confesar a mis antiguos compañeros del otro gimnasio que les he abandonado por otro más joven, digo, más barato! Y dado que todos somos del mismo barrio, esto está resultando muy complicado. A veces me los encuentro con el pelo mojado y la bolsa de deporte. Otras me los encuentro cuando el profe nos saca a correr por el parque. ¡Y así no hay quien pueda llevar una doble vida tranquilamente, jolines!
 
Aunque "tranquilamente" es un adverbio de modo que no entra en mi vida desde que esto...
 
 
 
... se metió en casa por una ventana. Así, de repente. Sin avisar, ni traer vino, ni nada, el malqueda.
 
Y de momento aquí sigue. Como metía su pico en mi pelo, mis orejas y mi boca,  pensé que lo mejor sería llevarle al veterinario, para asegurarme de que estaba sano, al menos físicamente, porque mentalmente lo doy por perdido.
 
El caso es que el veterinario dijo algo que me desconcertó mucho:
 
-Ahora está más cortado, pero poco a poco cogerá confianza...
-¿Y se irá volando por la ventana después de recoger sus cosas? ¡Di que sí, di que sí, di que sí!
... e intentará copular contigo.
 
 
Me quedé callada mirando al veterinario, muy sugerentemente, esperando que dijera... "estaría loco si no lo hiciera...", mientras me preguntaba si la clínica sería suya en propiedad, si en ese caso, estaría pagada la hipoteca, si en caso negativo, la cuota sobrepasaría los mil euros, si el coche de la puerta también sería suyo, si con lo que gana podríamos vivir los dos en un spa con cocina (que desde hace una semana es el sueño de mi vida). En fin, que yo me estaba preguntando pues eso, lo típico cuando conoces a alguien y sientes interés por las cosas importantes de su vida.
 
Pero después sólo dijo:
-Y ahora vamos a hacerle un análisis.
 
 
¡Y me dejó así, el tío! ¡Sin saber si podía permitirse el anillo de doce quilates que me merezco!(Esperad, un momento... ¿doce quilates es mucho? No tengo ni idea, en serio. Yo quería decir una cifra que sonara así como muy alta, pero en realidad no entiendo de quilates y a lo mejor doce quilates es una mierda de anillo. Bueno, habéis entendido la idea porque sois listos, ya que, repito, esto no es el Congreso).
 
Ah, bueno, sobre lo del pájaro queriendo copular conmigo. A ver, no os asustéis, he tomado medidas: cuando el pájaro está suelto llevo el pijama abrochado hasta el último botón, unas bragas marrones que me regaló mi abuela, nada de maquillaje y el pelo hecho una maraña. Que no pueda decir que le estoy provocando.
 
Y de momento funciona, pero no sé durante cuánto tiempo más voy a poder camuflar mi atractivo.
 


posted by LauraConChocolate @ 15:37   8 comments
¿Qué puedes hacer cuando eres una maniática crónica y tu vida da un giro de 180º? ¿Volverte loca? Bah, ya lo estaba de antes. ¿Darte cabezazos contra la pared? No, estropearía mi rubia melena. ¿¿¿Entonces??? ¡CAMBIAR TAMBIÉN DE BLOG! :)
Me he traído a las niñas :)

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