Estaba relajadamente cenando en el sofá cuando persona-con-la-que-vivo apareció gritando por la puerta:
-¡Necesitamos un abogado!
¡Oh, Dios Mío, quiere que nos separemos! ¡Y no va a esperar ni a que termine el postre para decírmelo! ¡¡Insensible!! ¡Un momento! ¡Si no estamos casados! ¿Para qué necesitamos al abogado? ¿Para decidir quién se queda con los jerbos? No, no puede ser: eso dejaríamos que lo eligieran los bichos, y lo cierto es que esas pequeñas ratas desagradecidas le quieren más a él. "No sé qué" de que es el único que se acuerda de ponerles comida, dicen...
Entonces sólo puede ser una cosa:
-¡Has atracado un banco para regalarme un yateeee! ¡Yupiiii! ¿Dónde está mi yate?
-¡Necesitamos un abogado!, repitió. ¡Aparecemos en la lista de morosos del edificio!
 Ups, esperad. Lista de morosos, dos puntos: dícese de una práctica de dudosa legalidad que se hace en nuestra comunidad de vecinos, mediante la cual todo el edificio sabe cuánto dinero debe exactamente cada vecino, y así puede actuar en consecuencia, negándoles el saludo, no sujetándoles la puerta del ascensor o empujándoles por el hueco de las escaleras.
-¡Eso es imposible! ¡Nosotros pagamos todos los recibos!
-¡Pues aquí pone que no!
Así que llamé al abogado:
-¡Papáááá! ¡Que salimos en la lista de morosos del edificio!
Yo pensaba que iba a decirme lo de siempre: "no te preocupes, cuánto dinero te falta, te voy a poner un dúplex en la Castellana, etc, etc, etc". Pero no:
-¿Salís en la lista de morosos? Eso es que se han equivocado...
-¡¡¡Ya lo sé!!!
-... y querían poner A-morosos, ja, ja, ja, ja.
-Muy bien, papá, espero que seas mejor abogado que humorista.
Entonces mi padre desarrolló una teoría muy extraña, que os podría resumir en: ¿qué más da? ¡Mejor que la gente piense que sois unos morosos! ¡Así nadie os atracará, ja, ja, ja! ¡Ni os pedirán dinero, ja, ja, ja! ¡Ni os tocará ser Presidentes, ja, ja, ja!
Me imagino a mi padre defendiendo a un cliente acusado de un asesinato que no ha cometido: ¿qué más da que piensen que has sido tú? ¡Así puedes alquilar tu casa mientras estés en la cárcel y te sacas un dinerillo! ¡Así no tienes que hacer la compra semanal! ¡Ni abrir la puerta a vendedores de enciclopedias o a los de El Círculo de Lectores!
Lo resolveré sin su ayuda, decidí. Así que llamé al Administrador desde el trabajo. Concretamente, desde al lado del despacho del jefe, con la esperanza de que si oía que figuraba en una lista de morosos, me subiría el sueldo. Claro, claro.
-Sí, eso puede ser un recibo que el banco haya devuelto.
-¡¡¡IMPOSIBLE!!! ¡A mí el banco no me devuelve recibos! ¡Como mucho me regala sartenes!
-Vamos a mirarlo (...) (...) (... tardó horas en mirarlo, le tuve que llamar varias veces, pero haremos una elipsis...) Sí, aquí dice que es un recibo de julio de 2007...
¿¿¿2007??? ¿¿¿Dos mil sieteeeeeeeeee??? ¿Yo había nacido en ese año? ¿Estaba siquiera en la mente de mis padres?
Buenoooo, vaaaleeee...
Resumiendo: en julio de 2007 yo no había ni nacido, ejem, pero persona-con-la-que-vivo se acababa de agenciar esta casa, todavía no se había hecho el cambio de nombre, el recibo le llegó al anterior dueño por error, lo devolvió y nadie dijo más al respecto hasta casi cuatro años después. Así que afrontaremos la deuda como buenos vecinos. Aunque sólo sea por dejar de encontrarme carteles como estos cuando llego al trabajo:  ¡Esto me pasa por airear mis intimidades en Twitter! :) |
