(Tercer) Diario de una joven maniática

domingo, 18 de enero de 2009
52. Qué sano es arrancarte esa risa...
Sinceramente. Pensaba que si alguna vez tenía un bombero a menos de un metro de distancia, sería en la despedida de soltera de alguna amiga.

¿¡Cómo iba a ser de otra manera?! A ver, a mí nadie me ha tenido que salvar nunca la vida, es más, en lo poco que llevamos de año, he sido precisamente yo la que he salvado ya TRES VIDAS.

¡En serio!

Primero fue el conejo de mi hermana. Le salvé la vida. Es una historia muy larga.

Después fue persona-con-la-que-vivo. Le evité un resbalón mortal por culpa de la nieve gracias a mis reflejos.

Y la última vida que salvé fue la de mi vecina, que se cayó en la bañera y gracias al palo de la fregona, al de la escoba y a un poco de cinta adhesiva, conseguí entrar en su casa.

Pero el otro día... ¡ay, el otro día!

Salía yo de casa dispuesta a llegar al trabajo antes que nunca (¿masoquismo? Quizás) Uno de los ascensores estaba ocupado, así que decidí bajar por las escaleras. Cuando llevaba un piso, me dio pereza y cogí el otro ascensor... ¡EN QUÉ MALA HORA!

Me quedé atrapada entre dos pisos.

¿Claustrofóbico? Para nada... quedarse entre dos pisos es de los más tranquilizador. Tiene muchas ventajas:

-Es muy silencioso. Puedes gritar para desahogarte, total, nadie te va a escuchar.

-Es íntimo. Hay menos luz, puedes incluso echar una cabezadita.

Cuando vi que el ascensor no tiraba ni para arriba ni para abajo, observé el habitáculo donde me hallaba. ¿Cuánto oxígeno hay aquí dentro? ¿Puede caer al vacío? ¿Hay alguien que no ha pagado los últimos recibos y nos acaban de cortar el ascensor? ¡Anda, un botón con una campanita dibujada!

Y entonces lo pulsé. Y nada. Y lo pulsé más. Y nada. Y lo pulsé mucho mucho mucho porque si yo estaba atrapada en un maldito ascensor, nadie en mi edificio tenía derecho a dormir.

Empezaron a salir algunos vecinos a preguntarse qué pasaba. Yo les escuchaba, pero como estaba atrapada entre dos pisos, ellos no me oían a mí. ¿Frustrante? No...

Poco después, conseguí comunicarme con un señor muy amable. Me dijo que hola, y que no podía ayudarme. Qué bien. Poco después añadió que "tenía frío y que se metía en casa". Claro que sí, hombre, que hay muchos catarros en esta época.

No me quedaba otro remedio, llevaba casi media hora allí dentro, tenía que salir en algún momento.

Así que llamé al 112.

Una mujer muy amable me tranquilizó por teléfono y me dijo que enseguida vendrían los bomberos. Yo me conformaba con alguien que volviera a poner en marcha el puñetero ascensor, pero si ella quería mandarme a un par de bomberos, no le iba a decir yo que no.

¿Un par? Poco después escuché unas sirenas y aparecieron cuatro, ¡cuatro! bomberos.




No sé cómo, abrieron las puertas y me sujetaron de las manos para que saltara hasta la superficie (como he dicho, estaba entre dos pisos) Y allí los vi a los cuatro, con sus uniformes y sus cascos.

-¿Te has asustado mucho?, me preguntó el más joven.
-No..., contestó mi voz temblorosa, todavía con los ojos llorosos y las gafas empañadas.

Cuando llegué y conté mi aventura en el trabajo, todos me hicieron la misma pregunta:

-¿Estaban buenos los bomberos?

¡Hay que joderse! ¡Como si no tuviera en otra cosa en la que pensar mientras me rescataban! Ejem...

posted by LauraConChocolate @ 15:54   33 comments
domingo, 4 de enero de 2009
51. Si quieres le damos un susto al invierno besando tu cara igual que en el cuadro de Klimt.
Que a pesar de que mi contrato terminara el 31 de diciembre yo siguiera empeñada en que el día 2 de enero vendría a trabajar, era algo que no todo el mundo entendía.

-Que sí, que en archiconocida-productora-de-televisión son así, que si no me han dicho nada es porque sigo. Además, el último día nos fuimos a tomar vino y todo parecía muy bonito y éramos todos muy amigos.

Y caras raras mirándome con lástima a mi alrededor.

Un buen día entré en la banca electrónica y miré los últimos movimientos de mi cuenta:

-¡Mira, papi! ¡Me han pagado! ¡Anda! ¡Y me han subido el sueldo! Yupiii, yupiii, yuuuuu.
-Ehh... esto es el finiquito, Laura. Como se te acaba el contrato, te dan una pequeña indemnización y... esto... verás, ¿tú estás segura de que tienes que volver el día 2?
-Repitoooo: que sí, que en archiconocida-productora-de-televisión son así, que si no me han dicho nada es porque sigo. Además, el último día nos fuimos a tomar vino y todo parecía muy bonito y éramos todos muy amigos.

Y su cara lastimera mirándome en plan "pobrecita, voy a tener que volver a darle la paga".

Cuando llegué el día 2, no había un lugar para mí. Pero literal: no estaba mi mesa, ni mis cajones con mis manzanas podridas por el paso del tiempo, ni mi cepillo de dientes. Tampoco estaba mi ordenador que tiene un lacito de regalo en el monitor, ni estaban mis gafas de rayos UVA (nunca se sabe cuándo te pueden hacer falta)

Finge normalidad, finge normalidad, finge normalidad. Lalalala, felicita el año a la gente, que no huelan tu miedo, lalala.

Poco después, una voz del más allá (es decir, del despacho) nos llamó a mí y a compañero-que-bebe-CocaCola-cuando-crea. Los dos estábamos en la misma situación (contrato que acaba en diciembre, nuevos, inexpertos...) así que entramos al despacho un poquito asustados (vamos, que nos estábamos cagando de miedo, con perdón)

-Sentaos.
Aaaaaaaaay.

-Bueno... ¿qué pasa con vosotros?
Uyyyyy.

-Que estáis aquí... SIN CONTRATO...
¡¡¡Noooooooo!!!

-Pero tranquilos, que la idea es que sigáis...
Uffffffffffffffff.


Y todo lo demás no lo entendí muy bien, porque al principio me dio la sensación de que mis funciones aquí iban a cambiar radicalmente pero luego me dio la impresión de que lo que tengo que hacer a partir de ahora es lo mismo que llevo haciendo seis meses... ¡Mejor, que tengo cambiosfobia!

¿Y la mesa, y el ordenador, y todo lo que no estaba en su sitio?, os preguntaréis... ¿Ha sido una licencia literaria para hacer más intrigante el post?, sospecharéis.

PUES NO... efectivamente, mi mesa desapareció, pero es lo que tienen las... ¡¡¡MUDANZAS!!! Año nuevo, sitio nuevo.

Y ya que estamos, aprovecho para felicitaros el nuevo año y desearos un día de Reyes cargado de regalitos. Por cierto, he progresado tanto con el taladro que el regalo de Navidad de mi padre han sido unos alicates. Persona-con-la-que-vivo ha empezado a llamarme "Laurito".

posted by LauraConChocolate @ 15:35   29 comments
¿Qué puedes hacer cuando eres una maniática crónica y tu vida da un giro de 180º? ¿Volverte loca? Bah, ya lo estaba de antes. ¿Darte cabezazos contra la pared? No, estropearía mi rubia melena. ¿¿¿Entonces??? ¡CAMBIAR TAMBIÉN DE BLOG! :)
Me he traído a las niñas :)

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